CREA | ULSA Oaxaca

Nunca los milagros habían estado tan presentes

Dos milagros

Guillermo Bohórquez

Grupo Representativo de Escritura Creativa

Nunca como ahora, los milagros habían estado tan presentes. Hoy, caminan por las calles, aluzan las casas y se venden en las estanterías. Nunca antes los milagros habían ocurrido diario. Pero al seguir siendo milagros, no estarán nunca al alcance de todos, aunque parezca lo contrario.

En este espacio me gustaría describir dos fenómenos que diario pasan desapercibidas pero que no por eso dejan de impresionar.

Los fantasmas

En los tiempos de los viejos, cuando el alumbrado público era una fortuna para las pocas calles de lo que hoy se consideraría el centro histórico, la gente guardaba en el imaginario de la oscuridad periférica a las ánimas en pena que atormentaban cada tanto a borrachitos y niños traviesos. Los fantasmas hablaban, susurraban escondidos desde los arbustos inundados de la oscura noche que se extendía hasta donde la luna quería. El silencio anegaba el mundo, las luces se apagaban y la vida, en su finitud acelerada, transcurría lenta.

¿Qué ha pasado? La tecnología digital lo puede lograr todo. Ha sustituido y potenciado los procesos que se hacían análogamente. El mundo ha cambiado para siempre. Las esperas se han acabado; las distancias se acortaron y los tamaños se compactaron. Cuando nacieron los aparatos que hacían cálculos y dejamos de contar con los dedos, los problemas se fueron haciendo aparentemente fáciles y paralelamente más complicados, aunque para sus inventores fue la imposición de un incipiente reto. Complejizaron las máquinas. Se convirtieron en ilusiones de pensamiento.

Los fantasmas dejaron de aparecer en los montes, las calles o en las casas y ahora lo hacen por las pantallas. Los fantasmas dejaron de hablar para manifestarse ahora con la letra escrita.

Aunque nuestros fantasmas siguen siendo cobardes, ya no se esconden tras los arbustos. En realidad, no tienen que esconderse puesto que la pantalla les proporcionó la forma ideal de atormentar a las personas. Ahora, en un medio que los tiene escondidos intrínsecamente ¿cómo puede uno estar seguro de que quien escribe al otro lado de la pantalla es un humano? Esta gran cuestión ha provocado que nuestros sistemas tengan que dudar de todo ser. Los humanos tenemos que dar fe de que efectivamente lo somos porque los fantasmas pueden hacerse pasar por nosotros.

Impresiona también que la motivación por lucrar con todo lo que se deje ha lanzado sus garras hasta a los fantasmas. Ahora pueden emplearse en las filas de un partido político conservador o bajo los intereses del empresario con inclinación esclavista. No, los fantasmas no reciben salario, ellos siguen sin llevar cartera. Pero los fantasmas, arrastrados en las marejadas violentas del capitalismo, son fabricados en masa y ahora su nombre es un término en lengua extranjera que los bautizó como bots.

La comida

Incluso la comida, materia que se ha convertido en un milagro que se renueva todos los días en la urbe, es un derecho secuestrado por quien busca ganar más al menor costo. Como quiera no hay mucha gente quejándose de que la comida se haya vuelto milagrosa. Por llegar desde cualquier rincón del mundo en tiempos récord que se rompen al mes siguiente, por llegar fresca y conservarse por un espacio de tiempo en que no es natural que la comida dure. Uno puede encontrar el sabor al plátano en pastillas de ínfimo tamaño y de un color exuberante que alborota las neuronas más primitivas. ¿Lo milagroso? No fue necesario quebrar un solo plátano para que la capsulita supiera a eso. Es aún más milagroso que le llamamos sabor plátano a un gusto dulce e incompatible con la fruta.

En cada esquina y cada tienda se vende la variedad de dulces más amplia que jamás hemos visto. Sabores dulces e insalubres que no tienen tiempo de procesamiento evidente a nuestros ojos. No hay que esperar a que la fruta genere un sabor dulce o amargo tras una larga fermentación. La fruta se vende en pastillas, chiclosas o solubles en saliva que desprenden sabores artificiales pero que adoptan el nombre y color de la fruta para no parecer tan extraños. En realidad, son sabores inventados. Ninguna fruta sabrá a bubaló ni ninguna manzana sabrá a Mundet.

III

La tecnología que nos evitó la molestia de contar con los dedos no es una cosa neutral. El Internet es un fenómeno más social que físico. Se moldea con nuestros intereses, afanes y desgracias. La miseria que ha evidenciado y reforzado en nosotros es un síntoma del mal que acarrea. Los intereses económicos y políticos se pusieron por encima.

La tecnología de la que estamos inundados nos ha impedido tocar tierra húmeda o ver un perro nacer. Los fantasmas que se paseaban sin los pies ya tampoco aparecen. Ahora cobran vida solamente cuando hay electricidad. Y cómo van a aparecerse, si cada 100 metros hay una luz, y en cada esquina una cámara. Los fantasmas ya no penan como antes, ahora te implantan la idea de votar por un partido.

Cuando se trata de estar conectados en el mundo gemelo, la perfección de los espacios sin aroma y las pantallas que hacen ilusión de una tercera dimensión hacen de nuestro paso por el planeta una perversa apatía ilusoria. Vivir conectado es estar enamorado de la perfección estéril.

Delirios como la tierra húmeda, los perros empapados de lluvia, el cilantro recién cortado y el olor de la carne cruda de los mercados le quitan la perfección que nunca ha existido a un mundo que nació sin gemelo. Recuerda ser hijo del mundo.

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