La columna de música
por el maestro Andrés Alejandro Balderas
música
AFRO
americana
Ritmos
a precio de
sangre
En lo frenético de un concierto de jazz, los fanáticos no tienen conciencia del precio que ha costado esa música que los sacude y los hace moverse, gritar, levantar los brazos o desmayarse. Mientras estoy en el bar escuchando jazz, es difícil preguntarme de dónde viene esa música que ritma mi cuerpo y hace que inconscientemente marque el tiempo con mis dedos sobre la mesa o moviendo mis pies.
Si es difícil detenernos al final del día para mirar hacia atrás y saber que ha sido de nosotros a lo largo de nuestra jornada, más difícil es remontarnos varios siglos para intentar comprender qué ha sido de la humanidad en su caminar por la ciencia y el arte.
Desde la antigüedad, en las salvajes confrontaciones militares, la victoria no estaba completa si los prisioneros de guerra no eran sacrificados a los ídolos o sometidos a trabajos forzados. Las magnas obras llamadas maravillas del mundo antiguo costaron muchas vidas; fueron pensadas por genios y construidas con sangre. En el siglo XVI la esclavitud tomó un sesgo comercial que producía ganancias muy jugosas a los traficantes, y contaba con el beneplácito de los dirigentes y dueños de los reinos. Era legal quitar la libertad a las personas para someterlas a los intereses de su comprador. España y Portugal iniciaron una modalidad de crimen organizado con la comercialización de personas, y el éxito económico estimuló al resto de potencias coloniales.
Los interesados en ese negocio defendían la idea de que los nativos de América y África no tenían alma, y entonces resultaba lícito apresar a esas personas como si fueran animales salvajes fuertes para evitar a los colonizadores los trabajos más pesados en el campo y en los quehaceres del hogar.
Ese llamado “Comercio Triangular Europa-África-América” significó una regresión cultural que hoy nos parece increíble. Cuando un guía de turistas señala la explanada en el centro de nuestra ciudad diciendo: aquí era el mercado de esclavos, caemos en cuenta de que aquello no es un mito exagerado por los misioneros de diversas religiones. En cada una de nuestras ciudades hubo un supermercado para elegir, regatear y comprar mujeres y hombres.
La Declaración de Emancipación emitida por Abraham Lincoln en 1863, no significó el fin de la esclavitud para todos los estados de su país, pero fue un paso heroico para empezar a despertar la consciencia social.
Los límites de crueldad que alcanzaron los esclavizadores es un punto de interés para quienes estudian profesionalmente la naturaleza humana, del mismo modo les debería interesar investigar por qué los humanos pasamos tan fácilmente las páginas más denigrantes de la historia que hemos construido con nuestras manos y con nuestra mente, pero archivamos en el olvido.
“la voz de los sin voz”: el canto negro espiritual
El sufrimiento que causaron los cazadores de esclavos, los transportadores, los vendedores y los compradores, la aniquilación de familias, de ilusiones, es quizá del interés de todos. ¿Será posible ser del todo felices hoy sabiendo que hemos escrito la historia con las manos manchadas de sangre? Si pudiéramos elaborar una imagen, aunque no fuera de muy alta resolución, respecto al dolor de nuestros hermanos esclavizados en América, podríamos empezar a entender lo que se puede captar en la música afroamericana, y a sentir lo que es posible sentir ante ese lenguaje musical. Sus raíces son el desgarramiento psicológico, el dolor hecho locura, los gritos de llamada y respuesta en los campos de trabajo, las lamentaciones, y el preguntar a Dios, en el canto, cuándo terminaría el tormento.
De esa tragedia surgieron efectos especiales de voz que no tienen nada en común con el canto operístico: sonido gutural, interpolación, falsete, melisma; la ritmización vocal, la improvisación, la nota breve al inicio de compás (origen del ragtime), escala de blues (con notas de blues), la polirritmia –especialmente el swing (mecido)– que se impone hasta nuestros días; la síncopa, la tensión armónica, percusión, nota oscilada, todo en estructura sencilla: A B (coro, estrofa). Textura homofónica y polifónica.
La resultante de estos vectores es “la voz de los sin voz”: el canto negro espiritual. Espiritual, porque su letra, casi siempre bíblica, va más allá de la religión. Los que fueron privados de su libertad se identifican con los esclavos israelitas en Babilonia, y veían en las aguas del Misisipi la imagen del río Jordán. Para iniciarse en el spiritual recomiendo escuchar Old black Joe de Steven Foster, que aunque no era de raza negra compuso muchos cantos de este género.
A partir de las características de este canto, irán surgiendo otros géneros que han transformado la música contemporánea en todo el mundo:
Blues, compuesto sobre la escala que lleva su nombre y que transmite un sentimiento de melancolía, de rebeldía. Blue devils llamaban en inglés a los supuestos demonios que veían en sus delirios los alcoholizados y deprimidos.
Ragtime, cuyo representante principal fue Scott Joplin a inicios del siglo XX. Su música, casi olvidada, fue rescatada gracias a la banda sonora de la película The Sting en los años los setenta. Joplin tomó inspiración de las famosas marchas de John Philip Sousa.
Gospel, de God´spell o palabra de Dios. Canto con solistas o coro, ligero, rítmico, que surgió entre las iglesias de la Reforma en los Estados Unidos. Sus letras proyectan los valores del cristianismo. Rosetta Tharpe, cantante, guitarrista y compositora, fue la primera estrella del gospel.
Soul, que surgió derivado del gospel y del rhythm and blues (R&B) a finales de los cincuenta, con un contenido social contra la discriminación y la desigualdad económica. Su primer exponente fue Sam Cooke.
Jazz.En el primer cuarto del siglo XX, en Europa parecían agotadas las venas de inspiración. Sus músicos habían aportado a la humanidad grandes tesoros: después del canto paleocristiano, medieval, y de la música renacentista, la gente había respirado en el aire del Barroco, del Clasicismo, del Romanticismo, del Impresionismo, del Expresionismo, del Neoclasicismo, del primitivismo, del nacionalismo. Probaron el dodecafonismo y el atonalismo, que no nacieron para quedarse.
De donde menos lo esperaban, surgió una sonoridad insospechada, que hizo sacudir los cimientos de la reconocida música europea, porque no está construida sobre la escala diatónica cuyos orígenes se remontan hasta el Siglo de Oro de la cultura griega, sino sobre una escala de seis sonidos con intervalos totalmente diferentes: el jazz
Entonces surgió el jazz, la plenitud de las propuestas de la música afroamericana
Todas las tendencias anteriores, desde la medieval hasta la música dodecafónica, no conciben la improvisación. La quinta sinfonía es la quinta sinfonía, tal como Beethoven la compuso; no hay lugar para salirse de la partitura, el mérito está en tocarla tal como él la compuso. Pero las tendencias afroamericanas abren la puerta para que el ejecutante aporte algo suyo, improvisando.
Entonces surgió el jazz, la plenitud de las propuestas de la música afroamericana. El piano y el sax se convirtieron en grandes compañeros para el jazz; con el tiempo, todos los instrumentos han sido integrados en las bandas de jazz, incluso el más hermoso de todos los instrumentos musicales: la voz humana.
En sus inicios el jazz era propio de lugares poco reconocidos; pero John Coltrane, con la espiritualidad de quien ha sido rescatado de la drogadicción, y George Gershwin con su creatividad, lo elevaron notablemente de categoría hasta llevarlo a las salas de concierto.
En la segunda mitad del siglo XX la música afroamericana se diversificó y su árbol “genealógico” se complicó. Muchos de sus desarrollos actuales han caído en la ambición de los productores, grabadores y las radiodifusoras, que, como los comerciantes de esclavos, ofrecen al público lo más “vendible”. Esto no quita el mérito a las cantantes, músicos y compositores afroamericanos que hicieron y siguen haciendo estos ritmos con la pasión de su sangre.
Consultas:
Tim Blanning. El triunfo de la música. Acantillado. Barcelona. 2011
Eduardo Laboulaye. Historia de los Estados Unidos. Tomo I. Grupo Comercial e Impresos Cóndor. México. 2013.
Howard Zinn. A people’s History of the United States. Harper perennial Modern Classics. New York 2015
Enciclopedia de la Música. Grijalbo. México. 1987
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/esclavos-africanos-america_14702
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1739/esclavitud-en-la-america-colonial/
https://www.archives.gov/espanol/la-proclamacion-de-emancipacion
Propuestas para ver y escuchar:
Old black Joe. Canto negro espiritual de Stephen Foster. Mills Brothers.
Up Above My Head, por Sister Rosetta Tharpe, en Gospel Time TV show.
How Long Blues
Trouble in Mind
A change is gonna come, por Sam Cooke.
Fugace de la suite de jazz para piano, flauta y bajo, por Claude Bolling. A la flauta: Jean Pierre Rampal.
Rhapsody in blue, por George Gershwin. Al piano: Khatia Buniatishvili